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Educación para el Bienestar Animal (EBA): estrategias pedagógicas para promover empatía por los animales
Si fueras un molusco delicioso, sin caparazón, ni veneno ni espinas peligrosas, y vivieras en medio de tiburones que te quieren devorar, ¿qué podrías hacer? ¿Sabías que los pulpos han desarrollado múltiples estrategias para evitar ser comidos como, por ejemplo, el mejor sistema natural de camuflaje que conocemos, o volarse a toda velocidad dejando una mancha de tinta negra para no ser ubicados? ¿Y sabías que los pulpos pueden incluso llegar a interactuar con humanos? ¿Qué sientes al saber todo esto?
Cuando las generaciones del futuro miren hacia atrás y nos evalúen como sociedad, es posible que una de las peores calificaciones que recibamos sea por nuestro trato a los demás animales. Hay mucho maltrato y abandono de animales domésticos, tráfico de especies silvestres, destrucción de hábitats, extinción masiva de especies, hacinamiento y terribles condiciones en granjas industriales y mataderos, entre muchas otras situaciones en las que podemos estar generando dolor y sufrimiento en —sin exagerar— millones de animales diariamente. Todo esto debe cambiar y la educación puede ser una de las principales herramientas para ese propósito.
Adicionalmente, parece haber conexiones entre la manera como tratamos a los demás animales y la convivencia entre humanos. Por ejemplo, el maltrato de animales en la infancia es uno de los predictores más claros de criminalidad y violencia en etapas posteriores. Esta es otra razón adicional para promover el buen trato hacia animales desde temprano en la vida.
La empatía es la capacidad para sentir algo similar o compatible con lo que sienten otros (Hoffman, 2002). Es un puente emocional que nos permite conectarnos con los sentimientos de los demás. Así, la empatía frente a los animales es la capacidad de conectarse emocionalmente con lo que ellos pueden sentir. Sentimos empatía si nos conmovemos cuando, por ejemplo, vemos a un animal sufriendo o si nos alegramos cuando vemos a otro animal disfrutando de alguna actividad.
La empatía parece ser crucial para evitar hacer daño o para promover el bienestar de otros (Chaux, 2010). Quienes sienten más empatía por más personas están menos dispuestos a tratar mal a los demás. Y quienes sienten menos empatía, o solo la sienten por pocas personas, parecen más dispuestos a agredir a otros. Lo mismo pasa en nuestra relación con los animales. Si nos duele el dolor de otros animales, es menos probable que les hagamos daño o que no hagamos nada si los vemos sufriendo. Promover empatía desde la infancia parece ser central si queremos mejorar el trato que les damos a los demás animales.
La escuela es un lugar privilegiado para promover empatía hacia los animales. Aprovechando ese potencial, desarrollamos el programa EBA (Educación para el Bienestar Animal), que se enfoca en este propósito en los grados transición (cinco a siete años), 2.o (siete a nueve años) y 4.o de primaria (nueve a once años). En cada grado, implementamos y evaluamos seis sesiones de clase, todas desarrolladas con estrategias pedagógicas muy interactivas. Escogimos estos grados porque la empatía se desarrolla desde los primeros años de vida y sabemos que el desarrollo socioemocional puede tener más impacto si inicia temprano.
EBA se enfoca en animales domésticos, de granja y silvestres. Las actividades buscan, principalmente, generar conexión emocional con los animales. A través del uso de la literatura infantil (en transición y 2.o), y de videos y relatos científicos (en 4.o grado), el programa busca que los(as) niños(as) puedan comprender que los animales no-humanos tienen emociones, que logren identificarlas e imaginarse cómo sería estar en su posición.
Específicamente, en transición y 2.o, EBA aprovecha la literatura infantil para que los(as) niños(as) puedan sentirse conectados(as) con animales en diversas historias. Se orienta a que identifiquen las emociones que podrían sentir animales en distintas situaciones y que incluso sean capaces de experimentar algo parecido a lo que sentirían los animales. Es decir, EBA pretende que empaticen con los animales durante las actividades, sin tener que decirles que deben ser empáticos y comportarse de cierta manera. Nos alejamos de la forma más tradicional de la literatura infantil que se basa en moralejas cuyo mensaje se puede resumir en “Si te portas bien, te irá bien. Si te portas mal, te irá mal”. En cambio, incluimos muchas pausas durante la lectura para generar reflexiones. En las actividades que diseñamos, tratamos de minimizar la posibilidad de humanizar a los animales, es decir, de representarlos como si fueran humanos disfrazados de animales. Por ejemplo, EBA evita trabajar con libros en los que animales hablan como humanos. En cambio, aprovecha historias plausibles o inspiradas en hechos reales, como el libro Guayaba peluda (2018) de Catalina Rodríguez, basado en una historia de adopción de un perro abandonado, o el libro La observadora, inspirado en la vida de la primatóloga Jane Goodall (Winter, 2011).
Por otro lado, en 4.o grado, EBA se basa en videos o relatos científicos para demostrar capacidades de los animales no-humanos que usualmente consideramos exclusivas de los humanos. Por ejemplo, se muestran formas sofisticadas de juego en cerdos y delfines, de comunicación en ballenas y elefantes, o de resolución de problemas en cuervos y pulpos. También hacemos preguntas sobre la manera en que ellos(as) mismos(as) podrían resolver tareas complejas y luego les mostramos el modo como lo hacen distintos animales. Además, les enseñamos juegos para que los hagan con sus animales de compañía, y en la siguiente sesión preguntamos si los han usado y cómo han funcionado. Finalmente, analizamos formas en que los animales se ayudan entre ellos y en que han ayudado a humanos, y reflexionamos sobre las opciones que tenemos los humanos para ayudarlos. Todas estas actividades se orientan a que amplíen su comprensión sobre los animales no-humanos, rompan prejuicios (por ejemplo, que los cerdos son sucios) y descubran una mayor posibilidad de conexión emocional, lo cual facilita empatizar con ellos.
Evaluamos el programa con un diseño cuasi experimental en el que participaron cinco colegios, tres en Bogotá y dos en Medellín. En cada institución, algunos salones fueron seleccionados aleatoriamente para implementar las sesiones, mientras otros sirvieron de grupos control en los que no se desarrollaron las actividades. Antes de iniciar las sesiones, todos(as) los(as) estudiantes respondieron un cuestionario para medir su empatía hacia animales y hacia humanos, así como actitudes favorables hacia los animales. Los cuestionarios presentaban situaciones de animales que podrían estar sufriendo (un elefante solo en un zoológico o un burro jalando una carreta llena de bultos) o de humanos (una profesora que se cae y se golpea fuerte o un compañero de clase que está solo porque nadie quiere jugar con él). Luego se les preguntaba cómo se sentían viendo cada situación (muy mal / triste, mal/triste, no siento nada, bien / feliz, muy bien / feliz). En transición y 2.o, todas las preguntas estuvieron acompañadas por fotos o dibujos que ilustran la situación.
En las preguntas sobre actitudes, se les presentaban situaciones que involucran animales (“Muchos zoológicos tienen leones y tigres encerrados”) y luego se les preguntaba por sus opiniones. En 2.o y 4.o tenían que escoger entre cuatro opciones (esto está muy bien, bien, mal, muy mal), mientras en transición simplemente analizamos si sus respuestas indicaban que estaban a favor o en contra. Los cuestionarios para transición fueron aplicados individualmente, mientras que los de 2.o y 4.o fueron aplicados en grupo.
Los resultados mostraron niveles muy altos de empatía por animales y por humanos, incluso desde antes de iniciar la intervención (figura 1). Quizás por eso el programa no logró una mejora significativa en empatía. Sin embargo, sí encontramos en 4.o de primaria una mejoría pequeña en actitudes a favor de los animales en quienes participaron en el programa (figura 2). Este cambio en actitudes no se encontró en quienes hicieron parte del grupo control.
Figura 1. Empatía hacia animales antes de la implementación del programa EBA. Como puede verse, la gran mayoría de las respuestas corresponden a niveles altos de empatía, especialmente en 2.o y 4.o. Fuente: elaboración propia.
Figura 2. Cambios entre pretest y postest en actitudes a favor de los animales, grado 4.o de primaria. Como puede verse, las actitudes mejoraron en el grupo de intervención y no en el grupo control2. Fuente: elaboración propia.
La promoción de empatía por los animales está apenas en sus inicios. Nuestro plan es, en primer lugar, divulgar los diseños que hemos desarrollado para facilitar que más personas los puedan usar, así como inspirarse para crear otros. Además, esperamos promover espacios para que docentes en formación o en ejercicio conozcan las estrategias pedagógicas, se apropien de ellas, las adapten a sus contextos y desarrollen nuevas.
En segundo lugar, es importante ampliar el programa a otros grados, especialmente a secundaria. En adolescentes en secundaria es posible abordar el tema de nuestra relación con los demás animales con mayor profundidad y complejidad. Se pueden discutir dilemas en los que haya razones válidas tanto a favor como en contra. A partir de esto se generarían debates en los que los estudiantes tengan que defender una posición y luego cambiar a defender la postura exactamente contraria, para finalmente buscar alternativas mejores que las de los dos extremos. Con este propósito se trabajarían asuntos como, por ejemplo, experimentos con animales, vegetarianismo o zoológicos (Almeida, 2021; Cáceres, 2019).
En secundaria también es posible abordar los desentendimientos morales, es decir, las autoexcusas usadas para calmar la conciencia al actuar en contra de los propios principios éticos (Bandura, 2002). En la sociedad hay muchas autoexcusas que terminan justificando prácticas que afectan negativamente a los demás animales. Por ejemplo, Chaux (2007) menciona nueve justificaciones comunes para calmar la conciencia frente a las corridas de toros. Así, los adolescentes pueden aprender a reconocer los desentendimientos morales y a frenarlos tanto en situaciones éticas con humanos (Bustamante y Chaux, 2014) como con otros animales (Almeida, 2021).
Asimismo, Cáceres (2019) encontró que muchos adolescentes tienen actitudes muy a favor de los animales, pero creen que no tienen la capacidad de hacer mucho por mejorar sus condiciones. Al brindarles oportunidades para que desarrollen sus propias iniciativas, pueden descubrir que sí tendrían un impacto importante en el bienestar de algunos animales y, al mismo tiempo, ejercer su autonomía, lo cual es fundamental en esta etapa del desarrollo.
Casi todos nuestros estudios han sido realizados en contextos urbanos. Futuros trabajos deberían explorar más la empatía hacia animales en contextos rurales dado que, en general, la relación con los demás animales tiene dinámicas bien distintas en ambos contextos. Así mismo, próximas investigaciones podrían explorar más el contacto directo con animales, lo que tendría un mayor impacto en la empatía que solamente hablar de animales o ver videos sobre ellos. Sin embargo, esto debe realizarse con cuidado, no solamente por retos logísticos como el transporte de estudiantes o de animales, sino por la importancia de asegurar el bienestar de estos.
Finalmente, también es relevante analizar las políticas públicas que buscan promover el bienestar animal y, más específicamente, la empatía por los animales. De hecho, el Concejo de Medellín aprobó el Acuerdo 90 de 2022, que busca que todos los colegios oficiales incluyan iniciativas para promover empatía y bienestar hacia los animales, especialmente hacia los domésticos. Es posible que otras ciudades sigan este ejemplo, lo que le daría un fuerte impulso al tema. Si estos avances logran coordinarse con más investigaciones, desarrollos pedagógicos y evaluaciones rigurosas de las intervenciones que se realicen, estaremos avanzando hacia sociedades más cuidadosas y conscientes de nuestra relación con los demás seres sintientes con los que compartimos nuestro planeta.
Almeida, S. (2021). “Me entristece que los animales sufran, pero es que…”: promoción de empatía y disminución del desentendimiento moral en la prevención del maltrato animal [propuesta de tesis doctoral sin publicar]. Universidad de los Andes.
Bandura, A. (2002). Selective moral disengagement in the exercise of moral agency. Journal of Moral Education, 31(2), 101-119. https://doi.org/10.1080/0305724022014322
Bustamante, A. y Chaux, E. (2014). Reducing moral disengagement mechanisms: A comparison of two interventions. Journal of Latino/Latin American Studies, 6(1), 52-63. https://doi.org/10.18085/llas.6.1.123583644qq115t3
Cáceres, L. M. (2019). The influence of social-cognitive and socioemotional variables on adolescent’s dispositions and actions to promote animal welfare. An impact evaluation of a humane education program [tesis doctoral sin publicar]. Universidad de los Andes.
Chaux, E. (2007, 29 de enero). Los toros y el engaño de sí mismo. Revista Semana. https://www.semana.com/los-toros-engano-si-mismo/83228-3/
Chaux, E. (2010). + Empathy: Pedagogical strategies to promote empathy. En K. Österman (ed.), Indirect and direct aggression (pp. 143-158). Peter Lang.
Hoffman, M. L. (2002). Desarrollo moral y empatía: implicaciones para la atención y la justicia. Ideas Books.
Proyecto de Acuerdo 90 de 2022, por medio del cual se crea el programa de empatía animal en las instituciones educativas del municipio de Medellín. (2022). Concejo de Medellín. Colombia.
Rodríguez, C. (2018). Una guayaba peluda (M. López, ilustrador). Vivatma.
Winter, J. (2011). The watcher: Jane Goodall’s life with the chimps. Schwartz & Wade.
1 En este artículo hablamos de “animales” para referirnos a “animales no-humanos”. Lo hacemos por economía de espacio y para facilitar la lectura. Somos perfectamente conscientes de que los humanos somos también animales.
2 Como los grupos de intervención y de control fueron seleccionados aleatoriamente, esperábamos que fueran muy similares al inicio. Sin embargo, antes de iniciar la intervención, el grupo control tenía actitudes más favorables hacia los animales. La intervención logró compensar ese desbalance inicial.
Agradecemos a los(as) niños(as), docentes y directivas de los colegios Monseñor Gerardo Valencia Cano Cooperativo y Empresarial de Medellín, y La Candelaria, María Goretti y Scalas de Bogotá por su invaluable participación en este proyecto. Agradecemos a Elena Arenas, Alexandra Arias, Laura Bastidas, María Fernanda Beltrán, Norman Bejarano, Andrea Bustamante, Amelie Chaux, Manuella Escorcia, Gloria Giraldo, Natalia Giraldo, Charlotte Greniez, Manuela León, Natalia Medina, Luis Felipe Mira, Laura Moncayo, Manuela Muñoz, María Camila Plata, Ángela Quintero, Gloria Inés Rodríguez, Carolina Rojas, Renato Taborda y Daniela Trujillo por su colaboración en distintas etapas del proyecto. También les extendemos nuestro agradecimiento a la Universidad de los Andes y a la Universidad de Antioquia por todo el apoyo y la financiación de este proyecto.
*Enrique Chaux. Doctor en Educación por Harvard University (Estados Unidos). Profesor titular del Departamento de Psicología de la Universidad de los Andes (Colombia). Pertenece al grupo de investigación Educación, Desarrollo y Convivencia de la misma universidad. Últimas publicaciones: “Animal Welfare: Are We Looking the Other Way?”, artículo publicado en 2022 en Journal of Character Education (18[1], 135-137); y, en coautoría, “No One Can Take Away My Living Memory: Teaching about Violent Past in Colombia”, capítulo del libro Dealing with the Past. Perspectives from Latin America, South Africa and Germany, publicado en 2021 (T. Louis, M. Molope y S. Peters [eds.], [pp. 145-167], Nomos, https://doi.org/10.5771/9783748923527-145). Es el investigador principal del estudio que dio origen a este artículo, del cual escribió el primer borrador. Además, realizó los ajustes con base en las sugerencias recibidas. echaux@uniandes.edu.co
**Leidy Escobar. Magíster en Tecnología e Higiene de los Alimentos por la Universidad Nacional de la Plata (Argentina). Docente de cátedra en la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Antioquia (Colombia). Estudiante de doctorado en la Facultad de Educación de la Universidad de Antioquia. Pertenece al semillero de investigación en Bienestar Animal Incluyente (Sibai) de la Facultad de Ciencias Agrarias, Universidad de Antioquia. Últimas publicaciones: “Empathy Levels among Veterinary Medicine Students in Colombia (South America)”, artículo en coautoría publicado en 2022 en Journal of Veterinary Medical (49[6], 740-747, https://doi.org/10.3138/jvme-2021-0048). Es coinvestigadora principal del estudio que dio origen a este artículo. Participó en la revisión y los ajustes al escrito. leydy.escobar@udea.edu.co
***Sergio Almeida. Magíster en Psicología por la Universidad de los Andes (Colombia). Docente ocasional del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Pedagógica Nacional (Colombia); estudiante de doctorado del Departamento de Psicología de la Universidad de los Andes. Pertenece al grupo de investigación Educación, Desarrollo y Convivencia de la Universidad de los Andes. Es coinvestigador del estudio que dio origen a este artículo. Participó en la revisión y los ajustes al escrito. s.almeida@uniandes.edu.co
****Sara Quiceno. Normalista superior en Ciencias Sociales. Estudiante de Medicina Veterinaria de la Universidad de Antioquia (Colombia). Pertenece al semillero de investigación en Anatomía Animal (SANA), del Centro de Investigaciones Básicas y Aplicadas en Veterinaria (Cibav), Universidad de Antioquia. Últimas publicaciones: en coautoría, “Enseñanza y aprendizaje de la anatomía veterinaria a través de un enfoque multimodal”, capítulo de libro Experiencias de innovación educativa en la educación superior en ciencias agrarias, publicado en 2021 (pp. 87-124, Fondo Editorial Biogénesis); y, en coautoría, “Perceptions of Students and Teachers about Traditional and Active Didactic Strategies in a Veterinary Anatomy Course”, artículo publicado en 2022 en European Journal of Anatomy (26, 589-597). Es coinvestigadora del estudio que dio origen a este artículo. Participó en la revisión y los ajustes al escrito. sara.quiceno@udea.edu.co
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