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Nació en las planicies de Norteamérica y se crio en el campo de los Andes suramericanos. Es profesora de la Universidad de los Andes en Bogotá, defensora de las artes domésticas, el arte de las calles y del arte por el arte, las montañas, los lugares sin rastros humanos, los páramos, los bosques de niebla, la selva tropical, la tundra, el olor a monte y a humo de leña, el musgo húmedo, el canto del nyctibius griseus, las pinturas rupestres. Vive con dos gatos, un perro, un hombre y una niña.
A ras de tierra I y II
Videoinstalación
María Margarita Jiménez
Juan Cortez
Andrés Rosero
2012
A ras de tierra fue una instalación de video y sonido inmersiva que surgió de una imagen o visión que tuve en un momento durante un paseo por un bosque altoandino: me acosté o me tiré en el suelo y vi a mi alrededor la cubierta de musgo y hojarasca que conformaba el suelo. En ese momento sentí que estaba acostada sobre el lomo de un gran animal que respiraba y que la capa de musgo y hojarasca era su pelaje, y que ese animal que respiraba era la montaña misma, y que yo era como un pequeño bicho sobre su pelaje.
Quise compartir esta visión con otras personas y replicarla para mí, entonces empecé a hacer tomas de video durante unos meses usando distintos tipos de lente, incluyendo un lente Canon al revés, pegado con cinta de enmascarar, y haciendo recorridos a ras de tierra por el bosque. Luego en posproducción simulé la respiración de estas superficies, después busqué otras imágenes de bosques y potreros de la Sabana de Bogotá, e intuitivamente modifiqué tiempos e intervine con animaciones sencillas que formaban una especie de redes o constelaciones entre plantas. Posteriormente, convoqué a dos artistas: Andrés Rosero, a quien le pedí que hiciera un “animal” cubierto de musgo usando las imágenes de video (es el que aparece a veces flotando en el espacio); y tuve un diálogo con Juan Cortés, para que construyera un sonido a la pieza. Se instaló dos veces: primero, en el patio de la antigua galería Valenzuela Klenner, en donde las proyecciones ocupaban las tres paredes; y después se montó en tres instalaciones separadas en el sótano, patio, teatro y tercer piso del Espacio Odeón, pues quería compartir esa visión con otras personas.
Hablar de los derechos de la naturaleza parece muy extraño, me parece que es arrogante pensar que los humanos somos quienes “otorgamos” derechos a los demás seres del universo. ¿Quién nos otorgó el derecho de ir otorgando derechos? ¿Cómo puede saber un humano qué derechos reclama un río, un ave o una montaña?
Entiendo que estamos en un momento ecológico trágico y que, por eso, parece buena idea pensar en figuras legales que frenen la crueldad, el egoísmo y la ambición que nos ha llevado a este punto. Imagino que la idea es que, al otorgar derechos a un bosque, por ejemplo, se crearían herramientas para castigar a quienes lo talan. Sin embargo, pienso que la raíz de la disociación que tenemos con lo que llamamos naturaleza no se soluciona con una ficción legal, pues se trata de un problema cultural. Desde el Neolítico dejamos de vivir de acuerdo con los ritmos de las estaciones como los demás animales, empezamos a domesticar plantas y animales, y hasta ahora no hemos parado de inventar modos de ejercer cada vez más dominio sobre el resto de los seres vivos, y decidimos nombrar todo lo no humano naturaleza. Además, nos inventamos que estaba ahí puesta por algún dios para nuestro usufructo ilimitado hasta el punto de llegar a considerar a otros seres como propiedad, mi vaca, mi perro, mi montaña, mi río, mi finca, mi árbol.
Creer que tenemos derecho de otorgar derechos a otros seres vivos es parte de un delirio colectivo; me dirán hippie, pero considero que la única manera de frenar este espiral de destrucción es que como individuos actuemos de forma ética y responsable, todos sabemos o por lo menos intuimos cuándo nuestras acciones causan daño al otro, sea humano o no humano, pero para esto es necesario un detenerse: hacer silencio, escuchar para ver y escuchar profundamente, y así obrar con conciencia.
La civilización es la conspiración del ruido, diseñada para encubrir los silencios incómodos. Wittgenstein que honraba el silencio, comprendió la pérdida de nuestra relación con él. El presente sin silencio es una época en la cual la capacidad de atención se evapora, el pensamiento crítico se erosiona y se reduce la capacidad para sentir experiencias profundas. El silencio, como la oscuridad, es difícil de conseguir; pero la mente y el espíritu necesitan su sustento. (Zerzan, 2008, p. 4)
Extractos del poema Sharing Silence (Compartir el silencio) de Gunilla Norris (1993):
Dentro de cada uno de nosotros hay un silencio
—un silencio tan vasto como un universo—.
Le tememos… y lo anhelamos.
Cuando experimentamos ese silencio, recordamos
quienes somos: criaturas de las estrellas, creadas
del enfriamiento de este planeta, creados
del polvo y el gas, creados
de los elementos, creados
desde el tiempo y el espacio… creados
del silencio
[…]
Compartir el silencio es, de hecho, un acto político.
Cuando podemos mantenernos al margen de lo habitual y
percibir lo fundamental, el cambio comienza a suceder.
Nuestras vidas se alinean con valores más profundos
[…]
Los políticos y los visionarios no nos devolverán
a lo sagrado de la vida.
Eso lo harán hombres y mujeres comunes.
Zerzan, J. (2008). Silence. Green Anarchy. An Anti-Civilization Journal of Theory and Action, (25), 4-5. https://ia800208.us.archive.org/16/items/GreenAnarchy25/GA25_bw.pdf
Norris, G. (1993). Sharing silence: Meditation practice and mindful living. Bell Tower.
A Karen Knop, profesora de la Universidad de Toronto, quien había prometido comentar esta obra de arte, le habría encantado hacerlo. Desde el principio de su carrera, su profundo conocimiento del derecho internacional fue de la mano no solo con una sólida comprensión de las interrelaciones políticas entre el derecho y su entorno, sino también con un vivo interés por la interdisciplinariedad, incluyendo los campos artísticos. Su última publicación, de hecho, se titula Mirando retratos, tomando literalmente la idea de que los «Retratos de mujeres en el Derecho Internacional» son en realidad eso, retratos, representaciones artísticas. Se habría inspirado en la bella obra de María Margarita Jiménez A ras de tierra, la yuxtaposición de telarañas y redes de líneas generadas digitalmente, el modo en que las representaciones de la naturaleza en primeros planos nos enfrentan a la inmediatez y fragilidad de nuestro mundo, incluyéndonos a nosotros mismos. Su formación en teoría feminista y crítica podría haberla hecho desconfiar de la idea de los derechos de la naturaleza como construcción jurídica; podría haber preferido el arte. O no. Porque Karen siempre fue capaz de sorprender; era predeciblemente impredecible, siempre brillante, siempre inspirando con sus ideas.
Pero Karen no puede opinar sobre esta obra de arte. De forma totalmente inesperada para todos, cayó repentinamente enferma y falleció al cabo de muy poco tiempo en el otoño de 2022. En lugar de sustituir su texto por el de otra académica, los editores invitados decidieron dejar que su ausencia en este número de la revista hablara por ella. “El silencio, como la oscuridad, es difícil de conseguir”, dice María Margarita. Quizá el silencio de Karen, no deseado e inesperado, pueda ayudarnos a acercarnos a la obra de arte a su manera.
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Karen Knop, the Wright Professor at the University of Toronto, who had promised to comment on this artwork, would have loved to do so. Since the beginning of her career, her profound knowledge of international law was paired with not only a strong sense for the political interrelations of law and its surroundings, but also a keen interest in interdisciplinarity, including artistic fields. Her last publication in fact is called “Looking at Portraits,” taking literally the idea that the “Portraits of Women in International Law” are indeed that, portraits, artistic depictions. She would have been inspired by María Margarita Jiménez’s fine work “A ras de tierra”, the juxtaposition of spiderwebs and computer-generated nets of lines, the way in which the depictions of nature close-ups confront us with the immediacy and fragility of our world, ourselves included. Her background in feminist and critical theory might have made her mistrust the idea of rights of nature as a legal construct; she might have preferred the art. Or not. For Karen was always able to surprise; she was predictably unpredictable, always brilliant, always inspiring in her ideas.
But Karen cannot comment on the artwork. Completely unexpected to everyone, she suddenly fell ill and passed away after a very short period of time in the fall of 2022. Rather than replace her with another commentator, the guest editors decided to let her absence from the issue speak in her stead. “El silencio, como la oscuridad, es difícil de conseguir”, says Maria Margarita. Perhaps Karen’s silence, unwanted and unexpected, can help us approach the artwork in its own way.
Naturaleza y Sociedad. Desafíos Medioambientales
Número 4 | septiembre-diciembre 2022
Los derechos de la naturaleza: diálogos entre el derecho y las artes
Universidad de los Andes | Vigilada Mineducación Reconocimiento como Universidad: Decreto 1297 del 30 de mayo de 1964. Reconocimiento personería jurídica: Resolución 28 del 23 de febrero de 1949 Minjusticia.
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